viernes, 23 de octubre de 2009

Cabeza

Traigo un dolorcito de esos que te acompañan desde que amanece hasta que te vas a dormir, no es incapacitante, pero esta ahí, todo el tiempo... Ayer soñé en alemán (según yo) y con lugares que no existen, edificios en su mayoría, góticos por lo que puedo recordar, según yo, era Austria. Siempre me ha impactado la manera en la que la cabeza extrae o inventa el material de nuestros sueños, creo que nunca he tenido uno normal. Por más simples, tranquilos o angustiosos que sean, siempre hay mezclas de todo, de gente, de lugares, de sensaciones... antes acostumbraba anotarlos, no todos (claro), pero si los que me llamaban la atención. Mi jefe (que es como un papa para mí) me solía decir que mi tragedia eran los sueños, que dejara ya por favor de soñar (no de esos sueños diurnos que en realidad son fantasía, si no los de "a-de-veras").

La gente con la que he convivido por las mañanas en diversas épocas de mi vida , me ha escuchado narrarlos casi a diario. Mi vecino con el que me iba en taxi a la preparatoria y su hermana, el Dr. M. ex-roomie y compañero de trabajo, M. mi mejor amiga y ex-roomie también, mi jefe, mi novio, etc.

La cabeza tiene hábitos y costumbres raras y muchas veces traicioneras, trae el pasado al presente, algunas veces el futuro (ya saben, aquello de la premonición), pero no solo se queda ahí durante las noches, si no de pronto se aparecen en la vida diurna y entonces se dan los actos fallidos y los lapsus... vamos por la vida, confundiéndolos con simples errores, del lenguaje, de acción o de omisión, engañándonos a nosotros mismos, pues ahí es donde hay que poner más atención, encontrar el significado de lo que realmente queríamos hacer o estábamos pensando, pero que la censura no nos permite expresar de manera libre. Y entonces, plum! vamos y la cagamos.

I: Perdóname por los momentos que te hice pasar, sin querer. Tengo mi conciencia INTRANQUILA, pero no porque me declare culpable de lo que escribí en aquellos tiempos (ni porque esas palabras tengan algún significado), si no precisamente por permitir esas palabras, mías y de los demás, que nada tienen que ver con la realidad.